Preciosa reflexión, tener un hijo no te hace perfecto, aunque quisieramos, pero siempre nos queda decir lo siento, pedir perdón, llorar con ellos. Este texto incluye una preciosa poesía que llega al alma de los más duros. Desde De mi maternidad y otros demonios, Myriam nos deja esta preciosidad.
Hace tiempo leí en alguna parte, la diferencia entre pedir «perdón» o decir «lo siento» y en un principio no me quedaba muy claro pues pensaba que venia a ser lo mismo.
Sin embargo he seguido buscando la diferencia y la hay, tanto en el sentido etimológico de la palabra como a nivel emocional.
Por resumir un poco:
Si bien es cierto que pedimos perdón como muestra de humildad por algún error u ofensa cometidos, la realidad es que es una expresión de carácter imperativo en la cual estamos (aunque no nos demos cuenta) «exigiendo» que olviden dicho error.
Sin embargo «lo siento», habla directamente del sentimiento sincero de vergüenza o pena, es decir: que directamente sientes en tu interior lo que ha pasado.
En este blog hablan ampliamente sobre ello.
No está demás saber lo anterior, pero lo realmente importante es decirlo de corazón, ya que el significado de las palabras se puede desconocer y ser utilizadas como hemos visto u oído toda la vida, pero lo importante de verdad, es el sentimiento que le pongamos.
Los padres no somos seres omnipotentes.
Solo somos padres, personas normales y corrientes que como tales, cometemos errores.
Erramos muchas veces, seguramente muchas mas de las que desearíamos hacerlo.
Pero lo reconocemos ante nuestros hijos?
O simplemente lo dejamos pasar con la esperanza de «olviden» nuestro error y mentalmente prometemos que no volverá a suceder?
A veces incluso nos disculpamos a nosotros mismos para nuestros adentros o en voz alta, con la excusa del estres, las prisas, el peso que soportan nuestras espaldas…
Y es cierto que la vida que llevamos, los niños y sus demandas, hacen que a veces perdamos los nervios.
Pero en lugar de obviar nuestro comportamiento, sería mejor para ambas partes decir «lo siento», por que sin darnos cuenta, los niños pagan muchísimas veces por algo de lo que no tienen la culpa.
Un mal día en el trabajo, en el cual has tenido que «tragar» carros y carretas con un jefe o un cliente, puede hacer que ante la mínima queja del niño se desaté la tempestad.
Esto lo escribí hace tiempo para mi hijo, pero el sentimiento es el mismo para con mi hija :